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Eficacia teórica, eficacia real y protección de las vacunas

14 de julio de 2021

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El presente artículo forma parte de una serie de textos explicativos sobre el desarrollo y la distribución de las vacunas. Se puede consultar más información sobre las vacunas, desde cómo funcionan hasta cómo se fabrican para garantizar su seguridad y el acceso equitativo a ellas, en la serie «Las vacunas, explicadas» de la OMS.

Se ha demostrado que las vacunas contra la COVID-19 son seguras y eficaces y que salvan vidas. Como las demás vacunas, no inmunizan por completo a todas las personas vacunadas y todavía no sabemos hasta qué punto pueden evitan la transmisión. Además de vacunarnos, debemos mantener con las demás medidas para luchar contra la pandemia.

Eficacia teórica y real de las vacunas

Todas las vacunas contra la COVID-19 aprobadas por la OMS para su inclusión en la lista de uso en emergencias-en inglés, han sido objeto de ensayos clínicos aleatorizados para confirmar su calidad, su seguridad y su eficacia teórica. Ninguna vacuna se aprueba si su índice de eficacia teórica no es superior al 50%. Posteriormente, se mantiene la vigilancia se mantiene para comprobar que siguen siendo seguras y eficaces en la práctica. Sin embargo, ¿cuál es la diferencia entre eficacia teórica y real?

La eficacia teórica de una vacuna, que se mide en un ensayo clínico controlado, se refiere al número de personas vacunadas que presentaron el resultado objeto de estudio (generalmente, la enfermedad) con respecto al número de personas que recibieron un placebo (una vacuna ficticia) y presentaron el mismo resultado. Una vez finalizado el ensayo, se compara el número de enfermos de cada grupo y se calcula el riesgo relativo de enfermar tanto si se administra la vacuna como si se inyecta un placebo. Así, la eficacia teórica mide el grado en que la vacuna reduce el riesgo de enfermarse. Si esta eficacia teórica es elevada, en el grupo que recibió la vacuna se enferman muchas menos personas que en aquel al que se administró un placebo.

Imaginemos, por ejemplo, una vacuna con una eficacia probada del 80%. Eso significa que, de las personas que participaron en el ensayo clínico, aquellas que recibieron la vacuna tenían un riesgo un 80% más bajo de enfermar que las del grupo placebo. Este valor se calcula comparando el número de casos de enfermedad en el grupo vacunado y en el grupo que recibió el placebo. Una eficacia del 80% no significa que enfermará el 20% del grupo vacunado. 

La eficacia real de las vacunas es una medida del grado en que estas funcionan en la práctica. Los ensayos clínicos incluyen a un gran número de participantes de todas las edades, sexos y etnias, e incluso con problemas de salud conocidos, pero no pueden representan a la perfección a toda la población. La eficacia observada en los ensayos clínicos se restringe a los resultados específicos en un ensayo, mientras que la eficacia real se mide calculando la protección conferida a las comunidades en su conjunto. Esta eficacia real puede diferir de la eficacia teórica medida en un ensayo, porque no se puede predecir exactamente cuál será la eficacia de la vacunación en la práctica en una población mucho más grande y variable vacunada en condiciones reales.

Plazos y protección conferida por las vacunas

Las vacunas ofrecen una gran protección, pero esta tarda cierto tiempo en desarrollarse. Es preciso recibir todas las dosis vacunales necesarias para obtener una inmunidad total. Con las pautas de dos dosis, la primera confiere solo una protección parcial y es la segunda dosis la que aumenta la protección. El nivel máximo de inmunidad se alcanza unas semanas después de la segunda dosis. Con las pautas de una dosis, se adquiere la máxima inmunidad contra la COVID-19 unas semanas después de la vacunación.

Protección de las vacunas e infección

Las vacunas pueden evitar que se enfermen de COVID-19 la mayoría de las personas, pero no todas.

Incluso después de recibir las dosis recomendadas y esperar unas semanas para desarrollar inmunidad, existe la posibilidad de infectarse. Las vacunas no proporcionan una protección completa (del 100%), por lo que se el virus podrá infectar a algunas personas, a pesar de estar completamente vacunadas. 

Cuando una persona vacunada se enferma, es probable que sus síntomas sean más leves; en general, es muy infrecuente que un vacunad presente un cuadro grave o que muera.

Protección de las vacunas y transmisión

Las vacunas contra la COVID-19 son fundamentales para hacer frente a la pandemia y protegen contra la enfermedad grave y la muerte. Aunque proporcionan como mínimo cierta protección contra la infección y la transmisión, la protección que confieren contra la enfermedad grave y la muerte es mucho mayor. Es necesario acumular más pruebas para determinar exactamente en qué medida previenen la infección y frenan la transmisión.

Tras la vacunación, es preciso mantener algunas precauciones sencillas: guardar el distanciamiento físico, usar mascarilla, mantener las habitaciones bien ventiladas, evitar las aglomeraciones, lavarse las manos y toser cubriéndose la boca y la nariz con la flexura del codo o con un pañuelo. Hágase una prueba si está enfermo, incluso si se ha vacunado. Consulte las recomendaciones de su lugar de residencia y trabajo. Todas las medidas son necesarias.

Protección de las vacunas y variantes víricas

Cuando los casos aumentan y la transmisión se acelera, es más probable que surjan nuevas variantes peligrosas y más transmisibles, que pueden propagarse con mayor facilidad o causar síntomas más graves.

Por lo que sabemos hasta ahora, las vacunas son eficaces contra las variantes existentes, sobre todo para prevenir la enfermedad grave, la hospitalización y la muerte. Sin embargo, algunas variantes están afectando ligeramente a su capacidad para proteger contra la infección y los síntomas leves.

Probablemente, las vacunas seguirán siendo eficaces contra las variantes debido a la amplia respuesta inmunitaria que generan, lo que significa que es poco probable que los cambios o las mutaciones en el virus conlleven una pérdida completa de eficacia.

La OMS examina la evidencia constantemente y actualizará sus orientaciones a medida que se disponga de más datos. Para obtener la información más reciente sobre lo que sabemos de las variantes dl SARS-CoV-2, lea nuestras últimas actualizaciones epidemiológicas semanales- en inglés, y nuestro texto explicativo sobre las variantes víricas y sus efectos en las vacunas contra la COVID-19.

Una de las mejores formas de protegerse contra las nuevas variantes es seguir aplicando medidas de salud pública de eficacia demostrada y administrando vacunas contra la COVID-19. Todas las que la OMS ha aprobado para incluirlas en la lista de uso en emergencias se han sometido a ensayos exhaustivos y se ha demostrado el alto grado de protección que confieren contra la enfermedad grave y la muerte. A medida que surjan variantes más potentes del virus, más importante será que se vacune usted cuando sea su turno.